El pasado 26 de noviembre concluímos las sesiones destinadas a comentar la novela El rojo de las flores, de Anita Amirrezvani, ambientada en la Persia del siglo XVII. La actividad que cerró la lectura fue una webinar a cargo de la documentalista del Museu Tèxtil, Sílvia Saladrigas, quien compartió experiencias y conocimientos adquiridos durante su viaje a Irán en 2014.

En el Irán contemporáneo, las personas se autodefinen como persas y no desean que se les llame árabes. Así comenzó su intervención Sílvia Saladrigas, y ello nos situó de lleno en el marco cultural y geográfico del libro, igual que al citar y mostrar fotografías propias de algunas poblaciones que visitó, como Shiraz o Isfahan esta última omnipresente y muy bien descrita en la novela al ser el lugar donde transcurre la historia.

A partir de estas primeras imágenes, pudimos imaginar perfectamente algunos ambientes recreados en el libro. Visualizamos el paisaje rural del pueblo natal de la protagonista, las casas ricas como podía ser la del tío Gostaham, diseñador del taller real de alfombras, el trabajo de las anudadoras en los telares o el ambiente de los bazares.

 

Imatge viatge a l’Iran amb Sílvia Saladrigas.

 

Imatge viatge a l’Iran amb Sílvia Saladrigas.

 

Imatge viatge a l’Iran amb Sílvia Saladrigas.

 

Imatge viatge a l’Iran amb Sílvia Saladrigas.

 

También constatamos aspectos que ella percibió en sus paseos por las ciudades como la separación por géneros en muchos momentos o que el lujo, las comodidades y la ornamentación existen como un aspecto totalmente privado: no se evidencian en el exterior de las casas o en la indumentaria exterior de las mujeres, por ejemplo.

Los y las iranianas con los que Sílvia se cruzó en pueblos y ciudades son gentes amables, generosas, cercanas, dadas a la conversación y muy preocupadas por su imagen en el mundo occidental que saben simplificada y muchas veces tergiversada. Las comidas son una manera habitual de reunión social y de relación, también con viajeros desconocidos

La indumentaria femenina más ortodoxa, como el chador, la visibilizó con gran diversidad y contraste de formas: mujeres cubiertas con tejidos rigurosamente negros, otras con tejidos de colores, niñas pequeñas cubiertas para ir a la escuela, y, por contra, chicas jóvenes donde el pañuelo queda reducido a una mínima expresión. Un hecho común es la diferencia entre la manera de vestir en el espacio público o en el ámbito privado, donde desaparecen las coberturas y se hacen presentes piezas más decoradas y atrevidas, más parecidas a las nuestras, a ojos occidentales.

Referente a la novela, nuestras lectoras han coincidido en que las descripciones de los diferentes lugares que aparecen a lo largo de la historia son muy minuciosas y, junto al uso de cuentos persas intercalados en la narración, consiguen transportarte a la antigua Persia.

 

Imatge viatge a l’Iran amb Sílvia Saladrigas.

 

También se han fijado y comentado unánimemente el hecho de que la religión marca absolutamente su sociedad y cómo la situación de la mujer se ha mantenido bastante igual desde hace siglos en muchos países de la zona.

Finalmente, el trabajo artesano de tejer alfombras ha sorprendido a muchas al descubrir con detalle cómo se elaboraba una de estas piezas, desde el diseño en papel de los motivos decorativos hasta el resultado final, la elección de colores, la composición de los elementos según su significado, sin olvidar las duras condiciones de trabajo de aquellos tejedores y tejedoras.